miércoles, 2 de septiembre de 2009



Amanecí entre sus brazos, él estaba allí conmigo,
no sé qué lugar era ese, debió ser el paraíso.
Su cabeza descansaba sobre mi pecho desnudo,
mi sábana era su cuerpo desvestido,
mis piernas jugaban a enlazarse con las suyas,
en mi vientre su amor había encontrado su nido.
El sol salió en todo su esplendor,
quería calentarme, darme abrigo,
pero yo aún conservaba el calor de la noche anterior,
vana era su misión, él me había quitado el frío,
esa noche que fuimos uno sólo...
un sólo cuerpo, un sólo corazón, un sólo espíritu.
Su fuerza me estremeció, como las olas al ancho mar,
su fuego ardió en mi interior como lava en un volcán,
el huracán de su pasión me hizo perder el control
ahuyentó mi timidez, me despojó de todo pudor,
me entregué a sus ganas, a sus deseos, a sus fantasías,
me abandoné en sus antojos, sus ansías eran las mías.
Sus manos recorrieron cada centímetro de mi piel,
yo sentía que mi alma se desvanecía, se fundía en él.
Mi cuello, mis senos, mi ombligo... como peregrino seguía ese camino,
mi cabeza, sin razón, sin cordura ya había perdido el juicio,
me enloquecía con sus caricias, me embriagaba con su sudor,
su cuerpo sobre el mío avivaba la pasión.
No bajó la luna para mí, pero a ella me hizo subir,
sobre un blanco corcel volé, el cielo conocí.
con el brillo de las estrellas forjó una radiante corona,
en ese justo momento conquistamos la gloria.
Éramos aire, agua, tierra y fuego, el éter en el universo.
Descubrió mis debilidades, mis profundidades, mis más íntimos secretos.
Ya no distingo entre el delirio y la realidad,
mis pensamientos, mis reflexiones me hicieron naufragar,
en el océano de las dudas, de los miedos que me agobian,
la noche dejó caer su velo, sólo puedo ver sombras.
¿Acaso la historia terminó? O en verdad ¿nunca sucedió?
¿Todo fue una mentira, un cuento, un invento de mi imaginación?
¿Qué alguien responda: otra vez estoy dormida?
¿Sueño? ¿En el mundo de lo irreal estoy sumergida?
Morfeo si en tus brazos estoy, en este idilio déjame refugiar,
mira que la vida sólo en sueños me ha permitido amar,
apiádate de mí, de esta simple y triste mortal,
escucha mi plegaria ¡No me dejes despertar!

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